Las lesiones cerebrales podrían activar el fundamentalismo religioso

9Científicos de la Universidad Northwestern de Illinois (EE.UU.) aseguran haber descubierto una conexión entre las lesiones cerebrales y la falta de voluntad de una persona a la hora de aceptar nuevas ideas, vínculo que, según los investigadores, hace que algunas personas sean más extremistas en sus creencias religiosas.

Jordan Grafman, neuróloga principal del estudio, publicado en la revista ‘Neuropsychologia’, indica que la «flexibilidad» religiosa depende de la salud del área del cerebro responsable de «mantener la mente abierta».

El equipo de Grafman llevó a cabo pruebas en 119 veteranos estadounidenses de la Guerra de Vietnam que habían sufrido lesiones cerebrales penetrantes y en 30 veteranos sin antecedentes de traumatismo craneal.

En su estudio los científicos utilizaron tomografías computarizadas para detectar en los participantes lesiones del área cerebral conocida como corteza prefrontal ventromedial. Se cree que esta área desempeña un papel cognitivo en el pensamiento crítico, en la resolución de problemas, la planificación y las experiencias espirituales.

Tras analizar los resultados, los investigadores establecieron un vínculo entre las lesiones en estas áreas del cerebro y la fuerza de las convicciones religiosas, llegando a la conclusión de que los veteranos que presentaban este tipo de lesiones mostraban niveles más altos de fundamentalismo religioso, en comparación con aquellos sin lesiones.

Sin embargo, Grafman advierte en el portal PsyPost de las limitaciones del estudio, ya que todos los participantes del experimento eran «hombres veteranos de origen estadounidenses». Esto, según el neurólogo, impide extender las conclusiones a otros grupos demográficos, incluidas las mujeres, las personas de otros países o las que provienen de culturas con diferentes creencias religiosas.

Fuente: RT

7 mayo 2017

Con una participación del 30 por ciento más de personas menores de 25 años, los conservadores podrían perder las elecciones en el Reino Unido

1Históricamente, la clase social era vista como un factor decisivo por quien votaba. Las clases trabajadoras votaron Laborista y las clases medias votaban Conservadores.

Sin embargo cada vez más, las divisiones de clase están importando cada vez menos, y la edad es el factor más importante que muestra las divisiones demográficas del país.

En el referéndum del año pasado para salir de la UE – los menores de 49 abrumadoramente votaron la permanencia, y los de 50 y más votaron la salida.

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Los jóvenes son más de izquierdas – de hecho, el reciente análisis realizado por YouGov muestra que por cada diez años mayor que sea una persona, la probabilidad de votar conservadores aumenta en 8 puntos y la probabilidad de que vote Laborista disminuye en 6 puntos.

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Por desgracia para los Laboristas, los jóvenes son los menos propensos a votar.

En 2015, el 43 por ciento de 18-25 años votó Laborista,  el 55 por ciento de los registrados en las elecciones generales 2017  tienen intención de votar Laborista  y de los encuestados un 69 por ciento dijo que “me gusta” o “muy similares” Jeremy Corbyn, oponiéndose a la tendencia nacional.

De acuerdo a un tweet  del escritor Alan Firth en Guardian, con el  30 por ciento más del voto de la gente joven (lo que haría una participación del 56% – sigue siendo 10 puntos porcentuales por debajo del promedio nacional) –  el Laboralismo le ganaría a los conservadores el 8 de junio.

No estamos del todo seguros de las matemáticas que Alan utiliza para obtener estas cifras – pero está claro que cuanto mayor sea la participación de los jóvenes, mejor será para el Laboralismo.

Hay aproximadamente 6,762.422 jóvenes de 18-25 años que viven en el Reino Unido. Si el número de votantes aumenta en un 30 por ciento con respecto a las elecciones de 2015 significaría que el 56% iba a salir a votar, es decir, 3.786.956. Si el 55 por ciento de ellos vota a favor del Laboralismo, eso significaría un poco más de 2 millones más de votos para Corbyn (2.082.285).

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Los laboralistas están sólidamente por delante de los conservadores en el voto de los menores de 40 años y los estudiantes.

Un reciente  mega-encuesta de casi 13.000 votantes llevada a cabo por YouGov reveló que Jeremy Corbyn se dirigiría a Downing Street si las elecciones fueran decididas por el grupo de edad de 18-40 años.

Para las mujeres menores de 40 años, el Laboralismo es particularmente popular, con Corbyn tomando una ventaja de 15 puntos respecto a May.

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Si sólo  votaran los estudiantes, el Laboralismo tendría una abrumadora mayoría, el 55% de los votos les daría 533 asientos en comparación con los conservadores que obtendrían 43 (con sólo el 18% de los votos).

En las últimas encuestas, los conservadores se sitúan en alrededor del 47% de los votos, lo que les daría una mayoría de alrededor de 122. 

Tanto los laboralistas y como los conservadores están animando a los jóvenes a que se comprometan en la política  y animando a los jóvenes a registrarse para votar.

8 mayo 2017

Fuente: Independent

De cómo el mordisco de un perro pone en entredicho el sistema sanitario de EE.UU.

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Fue sometida a una serie de vacunas contra la rabia en tres países en cuatro centros médicos y lo que revela, y que no sorprenderá a nadie, es que los estadounidenses pagan mucho más por el mismo tratamiento exacto que las personas de otras naciones.

Por otra parte, esta experiencia puso de relieve la falta de uniformidad de precios de los medicamentos, incluyendo los medicamentos de uso común. Una de las clínicas podría cobrar unos pocos dólares para el mismo medicamento que cuesta miles de dólares en un hospital de Estados Unidos.

«No hay orden ni concierto en nuestro sistema médico», dijo Rick Kern, de 61 años, después de la aventura mundial de la salud de su esposa de 62 años de edad.

«Es obvio que nuestro sistema es diferente a cualquier otro sistema de salud», dijo Uwe Reinhardt, un economista de la salud en la Universidad de Princeton. «Otros sistemas se han creado para atender a los pacientes. La nuestra fue creada por los proveedores – los hospitales y las compañías farmacéuticas – para su propio beneficio».

Los Kerns son antiguos residentes de Palos Verdes que ahora viven en el Lago Tahoe. Mientras viajaban por el sudeste asiático hace un par de años, Jan fue mordida por un perro callejero cerca del templo de Angkor Wat en Camboya. La pareja fue a un hospital cercano, donde un médico les recomendó la vacunación contra la rabia, lo que exige una serie de cuatro sesiones con inyección.

La primera sesión en el Royal Hospital Internacional de Angkor costó 125 dólares. Eso incluyó 66.75 dólares para la dosis de Verorab, un cargo del hospital de  25 dólares y un cargo médico de  25 dólares.

Jan recibió su segunda dosis de Verorab en una clínica en el norte de Tailandia. La factura fue apenas de  18,50 dólares, lo que proporciona la mejor evidencia del costo real del medicamento. Incluso con el sobrecargo de la clínica, una inyección de Verorab, que es fabricado por la firma farmacéutica francesa Sanofi Pasteur, tenía un precio muy por debajo de 20 dólares.

Las cosas cambiaron drásticamente una vez que los Kerns regresaron a Estados Unidos. Para su tercera dosis, Jan visitó el Torrance Memorial Medical Center. Era un domingo, y tuvo que ir a la sala de emergencias, por lo que aumentaba considerablemente su costo. La factura para una sola inyección fue de  5,254.85 dólares

La dosis 4ª  se administró en la rama de Redondo Beach del grupo médico HealthCare Partners. Esta vez la factura fue de 427 dólares.

Es importante tener en cuenta que los Kerns no pagaron ninguno de estos cargos. Ellos astutamente habían comprado un seguro antes de su viaje, que cubría todos los gastos médicos relacionados, incluso una vez de vuelta en los Estados Unidos.

Tales cargos astronómicos normalmente se pagan solamente por los que carecen de cobertura. El precio real para un asegurado será invariablemente mucho menor y también porque las compañías aseguradoras regatean los precios con los hospitales.

El medicamento Verorab, que es comúnmente prescrito para la rabia en Europa y Asia porque es relativamente barato de producir, no está disponible en los Estados Unidos. Vacunas más costosas deben ser utilizadas.

Es evidente que un gran hospital como Torrance Memorial tiene más gastos generales que una pequeña clínica en zonas rurales de Tailandia – no es una comparación de igual a igual. Pero eso no atenúa la forma en que una factura de menos de 20 dólares en otro país pueda convertirse en una factura de más de 5.000  dólares en EEUU.

La experiencia del Kerns demuestra las dificultades financieras que le esperan a cualquier persona que caiga enferma y  también subraya la locura de precios de la salud de Estados Unidos.

6 de septiembre de 2016

Fuente: Los Angeles Times

Las pensiones privadas, un fracaso anunciado

Las pensiones privadas, un fracaso anunciadoEl 25 de julio se produjeron grandes manifestaciones en todo Chile en las que participaron más de 750.000 personas clamando contra las pensiones privadas existentes en el país. Para el subsecretario de Hacienda del actual gobierno de Chile “Este tema quizá es más importante que la educación”.

Como era de prever, ningún medio de comunicación español se ha hecho eco del problema de los pensionistas chilenos y menos cuando cuestionan las pensiones privadas.

La privatización del sistema de pensiones se remonta a la dictadura de Pinochet, cuando el ministro neoliberal José Piñera ministro de Trabajo, prometía a todos los trabajadores que se jubilarían con la mayoría de su sueldo intacto. La realidad ha sido que la mitad de los trabajadores que optaron por el sistema privado se van a jubilar con una pensión inferior al 21% de su salario como trabajadores.

El trabajador chileno tiene que optar por continuar en el sistema público o irse a uno privado. Veamos cual es el resultado de ambas elecciones. Hablamos de dos técnicos de laboratorio, que cobran 730 dólares mensuales y se retiran con la misma edad y años de cotización. Uno se apunta al sistema público y el otro al privado.

En ese momento, el que eligió el sistema privado le queda una pensión de 240 dólares mensuales y la duración de su pensión es de veinte años. Si ese trabajador vive más de veinte años desde que se jubila, se queda sin nada. El que eligió el sistema público de pensiones le queda una pensión de 540 dólares para toda la vida.

La cuantía media de la pensión privada en Chile actualmente es de 270 euros al mes cuando el salario mínimo es de 346 euros al mes. El 79% de las pensiones privadas de las pensiones está por debajo del salario mínimo y el 44% ni siquiera supera el umbral de la pobreza.

Como vemos el resultado de la privatización de las pensiones ha sido una ruina para los cientos de miles de chilenos que optaron por las pensiones privadas, pero un gran negocio para los bancos y aseguradoras. Para confirmar estos datos, deben de saber que entre los años 2010 y 2015 estas entidades financieras duplicaron su beneficio. En los nueve primeros meses del año 2015 sus plusvalías aumentaron en el 71,4%. Las pensiones privadas significan miseria para muchísimos chilenos y grandes beneficios para el sistema financiero.

Es un simple aviso para esos centenares de miles de jubilados españoles que votan al Partido Popular, sin analizar lo que les proponen, pero que nos están llevando paso a paso al fracasado modelo privatizador chileno.

6 agosto 2016

Edmundo Fayanas Escuer.

Fuente: Nueva Tribuna.es

EL BIENESTAR DE LAS JIRAFAS Y LA CURVA DE KUZNETS

keynes3Esta “parábola zoológica” de  John Maynard Keynes figura en uno de sus Ensayos de persuasión. Analiza en este ensayo las inconsecuencias del dogma del liberalismo económico, la irrealidad de sus presupuestos teóricos, lo destructivo de las consecuencias “de un método de encumbrar a los buscadores de beneficios que tienen más éxito mediante una despiadada lucha por la supervivencia”, un método que selecciona “al más eficiente de la quiebra del menos eficiente” y que considera la mundo así alcanzado “un bien permanente para todo el mundo”.

“Cuando el objetivo de la vida,” escribe Keynes, “es alimentarse de las hojas de las ramas hasta la máxima altura posible, la forma más verosímil de lograrlo es permitir que las jirafas que tengan el cuello más largo dejen morir de hambre a las que tienen el cuello más corto”. El neoliberalismo pretendió dulcificar la dura moraleja de la parábola de Keynes superponiendo una especie de ensoñación con final feliz con la teoría del “goteo hacia abajo”: los beneficios de una política económica favorable a los más ricos acabarán descendiendo, tarde o temprano, hasta los más pobres y beneficiando a todo el mundo.

Así nació la “curva de Kuznets”, que toma el nombre del economista Simon Kuznets, que fue galardonado en 1971 con el Premio Nobel de Economía. La “curva de Kuznets” tiene forma de campana (una “U” invertida). En el eje horizontal se mide el desarrollo económico, sintetizado por el PIB per cápita, y en el eje vertical la tasa de desigualdad, medida por el índice Gini. La curva dice que un desarrollo acelerado produce, en una primera fase, desigualdades crecientes hasta un punto de inflexión más allá del cual la desigualdad empieza a descender.

A partir de la década de los ochenta del pasado siglo se empezó a hacer un uso ideológico del modelo, con el fin de neutralizar las críticas contra efectos desigualitarios del modelo de desarrollo vigente. En pocas palabras, con el fin de sostener ante los gobiernos de todo el mundo el cínico lema gross now, worry about poor later (crece ahora y después preocúpate de los pobres). Se generaría así un mecanismo virtuoso que, espontáneamente, crea riqueza añadida y, en parte, la redistribuye en virtud de una especie de “fuerza de gravedad” natural, sin que la intervención del Estado llegue a obstaculizar o atacar el mecanismo.

La Gran Recesión no se ha parecido a nada de ello. Si nos preocupa “el bienestar de las jirafas”, sigue siendo válida la exhortación de Keynes a no soslayar “el sufrimiento de las que tienen el cuello más corto y que acaban muriendo de hambre, ni las tiernas hojas que caen al suelo y que son pisoteadas en la lucha, ni la sobrealimentación de las jirafas con el cuello más largo, ni la perversa mirada de ansiedad o de beligerante codicia que ensombrece los apacibles rostros de la manada”.

La “curva de Kuznets” tampoco ha servido en estos años bárbaros.

Fuente: “Estos años bárbaros” de Joaquín Estefanía.

3ª Falacia ultraliberal: El Índice de miseria

stigliz3El índice de miseria es una invención del economista norteamericano Arthur Okun en los años 60, pero quienes lo usan hoy son casi siempre los ultraliberales para combatir uno de sus monstruos: La inflación. El índice de miseria es simplemente la suma de la tasa de paro y la tasa de inflación anual, lo que básicamente es sumar peras y manzanas porque no tiene nada que ver una tasa con la otra más allá de ser un porcentaje. Es como sumar el porcentaje de jubilados con la tasa del IVA del país ¿vale para algo? No, pero así pasamos el rato y liamos a la gente.

Más allá de sumar cosas diferentes la cuestión de este índice es que equipara la inflación y la tasa de paro como si la subida de un punto de ambas cosas fuera igual de dañina para el país. Para que veáis un ejemplo claro, un país con un 100% de inflación y pleno empleo y uno con 100% de paro pero sin inflación serían igual de “miserables” para este índice… ¿Lo serían? Obviamente no, muchos países han vivido con tasas de inflación de dos dígitos durante muchos años y no pasaba “nada grave” (mirad cualquier país occidental a mediados de los 70 o la Argentina desde el año 1945), mientras que un país con el 100% de paro ya os podéis figurar cómo acabaría…

Como el índice es un absurdo desde hace ya tiempo se ha ido modificando añadiendo factores como la tasa de interés o el crecimiento económico, aunque los ultraliberales se han quedado en la definición de hace 50 años. Aun así el índice sigue teniendo el mismo problema de base, que suma cosas que no se pueden sumar linealmente, no pondera nada y además deja de contemplar factores que estarían también relacionados con la miseria (sueldos, tasas de pobreza, cobertura de servicios básicos, etc, etc).

Si veis cualquier versión de este índice veréis que no tiene ni pies ni cabeza. En los últimos años Venezuela y Argentina salen entre los primeros puestos por su alta inflación, y un poco por debajo, España y Grecia por sus altas tasas de paro. Según el índice en estos países hay más “miseria” que en los paraísos de Bangladesh, Myanmar, Sri Lanka, Kazajistán o Tailandia (según el índice Tailandia es “menos miserable” que cualquier país de Europa). Vamos, un sinsentido al que solo se le puede oponer una carcajada.

Estos no son los únicos índices a medida que usan los “ultraliberales”, hay varios más, como el índice de libertad económica que ya rebatimos aquí u otros que desmontaremos en el futuro. Es importante conocerlos e identificar que no son más que pura propaganda ideológica sin sustento real alguno y tener argumentos para rebatirlos.

Estos “ultraliberales” no son más que apóstoles de una nueva religión que casualmente beneficia a los lobbies e instituciones que la promocionan, y nosotros los paganos a convertir para conseguir así la hegemonía de sus ideas, que será lo que les permita profundizar en ellas. Lamentablemente están consiguiendo bastante más penetración de la que sería razonable a la vista de lo absurdo de sus ideas, y aunque hoy no parezcan un peligro real la aplicación de estas ideas nos llevaría a un mundo distópico donde cualquier faceta de la vida humana estaría sometida al negocio y a la ganancia. Cuidado con ellos. 

Julio 2016

Fuente:Pedro Fresco (Público)

2ª Falacia ultraliberal: El “Gini de consumo”

stigliz2El coeficiente Gini es una medida estadística que muestra la desigualdad de distribución de alguna variable. El coeficiente Gini que normalmente usan los 

economistas y que está aceptado y estudiado es el Gini de desigualdad de ingresos, que nos da importante información de cómo se distribuyen los ingresos en una sociedad y el grado de desigualdad de la misma. Como probablemente sabréis, los países ricos y con estados del bienestar potentes suelen salir en los primeros puestos (mayor igualdad) y los países pobres suelen salir los últimos. Y claro, esto es una inconveniencia para los “ultraliberales” porque nos dice que la desigualdad es objetivamente mala.

Pero la imaginación “ultraliberal” puede con todo y al ser la distribución de Gini un parámetro matemático se puede usar con la variable que sea. Podríamos hacer la distribución de Gini con los pares de zapatos que compramos al año, con el número de parejas que hemos tenido, con las veces que cargamos el móvil a la semana o con cualquier variable que tenga una distribución desigual. Así pues los “ultraliberales”, que no se sienten a gusto con el Gini que todo el mundo acepta, suelen usar otro que se ajusta mejor a sus intereses, que es el de riqueza neta, y últimamente se han sacado de la manga un tercero, el Gini de consumo.

¿Qué mide el Gini de consumo? Mide la desigualdad de consumo entre los miembros de una población, supuestamente con el objetivo de mostrar que, independientemente de lo que se ingrese, si se tiene un consumo parecido la desigualdad “real” sería menor. Es lógico ¿verdad? Si el consumo es parecido la desigualdad realmente no es tanta…Pues no.

Hay una cosa que se llama “propensión marginal al consumo” y es menor de uno, lo que quiere decir que conforme aumenta la renta de una persona el porcentaje de ésta que se consume es menor. Esto es absolutamente lógico: Una persona con unos ingresos muy bajos tiene que gastar casi todos en los gastos básicos (alimentación, vivienda, suministros, etc) mientras que una persona que gana más gasta un porcentaje menor de su renta en consumo, y eso precisamente es lo que le permite ahorrar e invertir. Si el porcentaje de consumo no fuese decreciente con el aumento de renta todo el mundo ahorraría el mismo porcentaje de su renta, y como todo el mundo sabe eso no es así.

El Gini de consumo nos indica una desigualdad menor que en el caso del ingreso, algo absolutamente lógico por lo explicado anteriormente y que por tanto no explica nada relevante. De hecho si vemos este estudio y analizamos la desigualdad de consumo entre los países europeos (página 33) veremos que su orden no tiene ni pies ni cabeza. La desigualdad de consumo no parece tener relación ni con la riqueza, ni con el ingreso, ni siquiera con parámetros culturales (hay países muy similares como Alemania y Austria o Estonia y Lituania que tienen comportamientos muy distintos).

¿Qué nos muestra esta distribución de desigualdad de consumo? Que sepamos nada, lo que pasa es que queda bien para el dogma. Quizá un sociólogo sepa decirnos en el futuro qué información ofrece esta distribución, pero aparentemente y en clave de desigualdad no nos indica absolutamente nada útil, es tan sólo meter números en una batidora, sacar un resultado y vender que quiere decir lo que queremos que quiera decir. Puro trilerismo económico.

Julio 2016

Fuente: Pedro Fresco (Público)

1ª Falacia neoliberal: El “esfuerzo fiscal”

stigliz1Todos sabemos lo que es la presión fiscal, que es el porcentaje del PIB que el Estado recauda mediante impuestos. Este indicador es el universalmente aceptado por los economistas y es muy usado para comparar los impuestos que se recaudan en los distintos países. El problema es que este indicador nos dice que países como España, por ejemplo, tienen una presión fiscal baja en parámetros europeos, y que países con economías mucho más productivas y con mayores estándares de vida tienen presiones fiscales altas. Como esto no interesa al dogma “ultraliberal” que nos dice que los impuestos son malos y solo crean pobreza, pues hay que inventarse un indicador nuevo.

Ese indicador es el “esfuerzo fiscal”, también conocido como índice de Frank, que es el cociente entre la presión fiscal y el PIB per cápita del país. La forma como intentan vender esto es diciendo que lo importante no es la recaudación porcentual sobre el PIB sino el “esfuerzo” que le supone a quien paga esos impuestos (si una persona tiene unos ingresos altos se supone que pagar un porcentaje X le es más llevadero que a alguien de ingresos bajos). ¿Tiene sentido? Pues no.

Básicamente lo que hacen es dividir ingresos del estado entre el PIB y luego entre el PIB per cápita, mezclando unidades y conceptos diferentes. Lo cachondo del tema es que esta gente luego va diciendo que los impuestos deben ser planos y no progresivos basándose en los más peregrinos argumentos, y en cambio aquí te intentan decir básicamente lo contrario, que una persona que gana más puede sostener mejor porcentajes altos de impuestos… ¿no es divertido?

El “esfuerzo fiscal” se puede reducir al absurdo muy fácilmente. Imaginemos un país con 10.000$ de renta per cápita (México, por ejemplo) y con una presión fiscal del 50% (México no la tiene ni de lejos, pero es un ejemplo). El “esfuerzo fiscal” de este México ficticio sería [50%/10.000$]*10000= 0,5. Bien, ahora imaginad un país con 100.000$ de renta per cápita (Luxemburgo) donde gobernase un estúpido que pusiese una presión fiscal del 100%. [100%/100,000$]*10000=0,1. Es decir, el mexicano tiene un “esfuerzo fiscal” cinco veces mayor que el luxemburgués, pero a final del año el mexicano mantiene 5.000$ y el luxemburgués ¡Nada porque todo lo ha pagado en impuestos! Sin embargo nuestros amigos ultraliberales nos dicen que el mexicano sufre cinco veces más esfuerzo fiscal…

El índice es, a todos los efectos, una estupidez, y lo único que hace es otorgar esfuerzos fiscales menores a los países con mayor renta per cápita, lo que sirve muy bien para la propaganda “ultraliberal” pero que, a nivel económico, no es más que una mezcla de números sin sentido.

Julio 2016

Fuente: Pedro Fresco (Público)

La salud en EEUU

capturadaSegún un observador de la escena americano, “el estado de tu salud depende del estado de tu bolsillo”.

La versión americana a la solución a la prevención y cura de enfermedades es un acto de fe en el mercado que contradice las tendencias y las soluciones que existen en Europa y aun en el país vecino, Canadá.

El acceso a la atención médica de los americanos, su tratamiento en hospitales o clínicas, está condicionada por su nivel económico medido generalmente por la naturaleza y la calidad de su contrato de trabajo. La red de servicios médicos, hospitales y clínicas privadas, no existe el modelo europeo de centro  público de salud, no actúa hasta que el enfermo  no prueba estar asegurado por una de esas empresas  con las que se puede contratar, individual o colectivamente, a un precio que depende de varias circunstancias y, entre ellas, de tu edad y condición social.

Si eres rico o estás bien empleado en una empresa solvente, tu seguro cubre casi todos los riesgos de tu salud. Si eres pobre o tu contrato de trabajo es de poca categoría, el seguro no te sirve para muchas enfermedades o accidentes. Y hoy, en un momento en el  que crecen los trabajos precarios o las largas ausencias del mercado laboral, la salud de los americanos refleja el mismo perfil de desigualdad que el resto de los indicadores básicos.

Las dos instituciones que se crearon para paliarlo, Medicare y Medicaid, para mayores y para indigentes respectivamente,  funcionan con grandes limitaciones y, de hecho,  muchas personas pobres o desempleadas van a las urgencias de los hospitales, fingiendo encontrarse en esa situación, sólo para recibir por una vez una analítica o una exploración, que son incapaces de procurarse por otros medios. Norteamérica carece de una red de atención médica primaria, como la que tiene Europa.

Todo ello influye en las estadísticas de población. Estados Unidos posee uno de los índices más altos de mortalidad infantil en el mundo pese a que sea la mayor potencia económica. Hay un cuarto mundo en zonas pobres de América, barrios miserables de las ciudades, el sur de Texas, donde los niños sufren los daños sanitarios colaterales de la pobreza como no acceso a agua potable, malaria, desnutrición, etc. El resto de los indicadores de salud refleja la desigualdad económica de los norteamericanos. Dado que la salud está en el comercio libre, uno puede comprar cuantas atenciones, prevenciones, pruebas u operaciones pueda costearse y el sistema sanitario no evalúa más que la capacidad de pagar del cliente, lo cual conduce, por ejemplo, a que el gasto sanitario en personas mayores es muy superior al del gasto en niños y a que el enorme gasto sanitario esté distribuido en términos de clase social.

Muchos inventos y adelantos científicos se producen y aplican en los Estados Unidos pero a ellos no tienen acceso más que los enfermos que pueden pagarlos. Hay hospitales americanos de gran calidad pero una parte importante de sus pacientes son enfermos adinerados que vienen de otros países mientas que en el mismo barrio donde los hospitales están domiciliados viven personas cuya salud es muy deficiente.

Paralelamente a ello, la industria farmacéutica, una de las más poderosas e influyentes del país, no deja de luchar por la protección de sus patentes, de su acceso irrestricto al mercado nacional e internacional y ello la convierte en uno de los componentes de la dominación americana más resentidos por el resto del mundo. La lucha contra el Sida en países pobres es un ejemplo de ello. Los mismos americanos cruzan la frontera de Canadá o México para comprar medicinas más baratas.

No hay, pues, en Estados Unidos un concepto de salud pública según el cual las condiciones sanitarias generales y comunes benefician al conjunto de la población. Algunos de los elementos básicos de esa salud pública están vinculados a actividades  de inspección de emisiones de contaminantes, deterioros en el medio ambiente que perjudican la salud pero aún no existe una estructura de acción gubernamental responsable de diseñar, planificar y desarrollar una política de salud pública, entre otras razones por el modelo de descentralización de los servicios que forma parte de la estructura federal del país.

Fuente: Alberto Moncada

El marxismo como filosofía de la praxis

kmEl marxismo es, en primer lugar, una crítica de lo existente y, en particular, del capitalismo: crítica de sus males sociales, engendrados necesariamente o estructuralmente por él, que –como toda crítica– presupone ciertos valores desde los cuales se ejerce. Hablar de los males sociales que se critican significa a la vez presuponer los bienes sociales en los que encarnan esos valores – morales y no morales– que el capitalismo limita, asfixia o niega realmente.

El marxismo es, en segundo lugar, un proyecto, idea o utopía de emancipación social, humana, o de nueva sociedad como alternativa social en la que desaparezcan los males sociales criticados. Se trata de un proyecto de nueva sociedad (socialista-comunista) en la que los hombres libres de la opresión y la explotación, en condiciones de libertad, igualdad y dignidad humana, dominen sus condiciones de existencia; un proyecto a su vez deseable, posible y realizable, pero no inevitable en lo que respecta a su realización.  Deseable, por la superioridad de sus valores sobre los que rigen bajo el capitalismo, y por responder al interés y las necesidades de toda la sociedad; posible, si en la realidad se dan las condiciones históricas y sociales necesarias para su realización. Y realizable si, dadas esas condiciones, los hombres toman conciencia de la necesidad y posibilidad de la nueva sociedad, y se organizan y actúan para instaurarla. Por tanto, ni el capitalismo es eterno, ni el socialismo es inevitable. Pero si el proyecto de nueva sociedad no se realiza o la desaparición del capitalismo llega demasiado tarde, el famoso dilema (socialismo o barbarie) de Rosa Luxemburgo podría resolverse en una barbarie que ni ella –mucho menos Marx– hubieran podido sospechar.

El marxismo es, en tercer lugar, conocimiento de la realidad (capitalista) a transformar y de las posibilidades de transformación inscriptas en ella, así como de las condiciones necesarias, de las fuerzas sociales y los medios adecuados para llevar a cabo esa transformación. Aunque el conocimiento de por sí no garantiza que esta se cumpla, sí garantiza –al insertarse en el correspondiente proceso práctico– que el proyecto no se convierta en un simple sueño, imposible de realizar, o en una aventura, condenada al fracaso.

Finalmente, el marxismo se distingue por su voluntad de realizar el proyecto; es decir, por su vinculación con la práctica, pues no basta criticar lo existente, ni proyectar una alternativa frente a él, como tampoco basta el conocimiento de la realidad a transformar. Se necesita todo un conjunto de estos actos efectivos que constituyen la práctica y, en especial, la práctica política destinada a realizar el proyecto de emancipación.

Ninguno de los cuatros aspectos mencionados puede ser separado de los demás, aunque hay uno de ellos –la práctica– que es determinante y mantiene a todos en su unidad.

Fuente: “Ética y marxismo” de Adolfo Sánchez Vázquez.